Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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100047
Legislatura: 1882-1883
Sesión: 9 de diciembre de 1882
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones: 6, 74-75
Tema: Rectificando al Sr. Marqués de Molins en el debate sobre política general.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene V. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): El Sr. Marqués de Molins ha confundido dos cosas. Una es la creación de un partido con la Constitución del 69, y la otra el advenimiento a la Monarquía de elementos que todavía estaban separados de ella, y para esa segunda parte es para la que S. S. ha ofrecido su concurso incondicional que, es el concurso que S. S. ha llamado a priori.

¡Ya lo creo! Pues no faltaba más sino que los monárquicos no vieran con alegría y satisfacción venir elementos a la Monarquía!

Pero no es eso: una vez dentro de la Monarquía, como están ya, ¿apoya S. S., da S. S. su concurso al restablecimiento de la Constitución del 69? ¿No? Pues eso es lo que digo yo.

Otra pregunta. ¿Sus señorías se opondrán con todas sus fuerzas, en cuanto puedan, con toda la energía de que son capaces, al restablecimiento de la Constitución del 69, y se oponen a la realización del programa? (Rumores y grandes aplausos.)

Porque no hay que darle vueltas. Sin la Constitución del 69 no hay izquierda. ¿Acaso se pueden crear los partidos por la diferencia en el tiempo de hacer reformas, por si se han de hacer las reformas quince días antes o después? Entonces habría tantos partidos como hombres hay en el país.

Todavía voy más allá, porque el Sr. Marqués de Molins es muy hábil, y en lugar de contestar concretamente a preguntas que concretamente se le dirigen, envuelve la respuesta con palabras que no expresan bien el pensamiento. Dice S. S., lo cual no había necesidad de decirlo, que el partido conservador respetará la ley hecha por las Cortes y por la Corona sancionada. ¡Pues ya lo creo! ¡No faltaba más sino que no la respetaseis! Si no la respetarais, ya saben SS. SS. la responsabilidad que contraerían.

Por consiguiente, no había necesidad de decir eso para contestar a mi pregunta concreta.

Y ya, por último, la pregunta la contestó de este modo: ?A posteriori, damos el concurso a ese partido naciente, como lo dábamos al partido constitucional cuando todavía no había aceptado la legalidad vigente.?

Pues, Sr. Marqués de Molins, padece S. S. una gravísima equivocación. Hasta que nosotros aceptamos la legalidad vigente, nos trataron SS. SS., más que como adversarios, como enemigos, y jamás consideró el partido conservador apto para subir al poder al partido liberal mientras no aceptó la Constitución del 76.

Entonces fue cuando el partido conservador creyó al constitucional en aptitud para subir al Poder; pero nunca, nunca bastante preparado para alcanzarlo; y entonces decía el jefe del partido conservador, digno jefe de ese digno partido, el Sr. Cánovas del Castillo: ?Mi [74] política fracasará si el partido constitucional no llega al poder algún día, si no reemplaza al partido conservador el constitucional. No hay más sino que necesita prepararse, necesita tomar fuerzas.? Y en fin, necesitaba tantas cosas, que por su voluntad, aunque estuviera en aptitud de subir al Poder, nunca hubiera estado bastante preparado para alcanzarlo. Y ahora resulta que a un partido que acaba de nacer, con una bandera que no podéis admitir, que no está todavía preparado, ya le queréis ayudar como decís que nos ayudabais a nosotros.

Pues hay una contradicción palmaría, Sr. Marqués de Molins. Si espera el partido de la izquierda el concurso del partido conservador para subir al poder, para largo lo llevan los amigos del Sr. Duque de la Torre. Pues todavía voy más allá. Supongamos por un momento, no ya con estas Cortes, que no es posible, pero con otras, que venga el partido de la izquierda al poder, lo que por lo visto deseáis tanto. Lo primero que hará el partido de la izquierda es cambiar la Constitución, y en seguida, como cambia la Constitución, los que ocupáis esos bancos como Senadores vitalicios os vais a vuestras casas, y probablemente no volveréis al Senado. Como no estáis ahí para defender vuestras doctrinas, el Senado que haya reemplazado al actual, y el Congreso que haya venido a reemplazar al que hoy tenemos, arreglarán las cosas de modo que se restablezca la Constitución del 69 en toda su integridad. Y yo pregunto, señores conservadores: verificadas las cosas de este modo, si venís otra vez al Parlamento por vuestra propia fuerza o como quiera que sea, ¿estáis dispuestos a respetar la Constitución del 69, sí o no?

¡Ah, qué poco contestáis a esa pregunta!

Pues entonces, Sres. Senadores, resultará lo que yo digo: que no hay legalidad común. Para que la haya, es necesario que todos hagamos sacrificios. Los hemos hecho nosotros; hacedlos también vosotros, y de esa manera habrá legalidad común, que es lo que se necesita en este país como base de su futura prosperidad. [75]



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